24.7.12

Por cuantas malas experiencias habrás pasado, mi pequeña. Cuantas calles desoladas habrá recorrido tu pena.
No soy nadie para decirte que te equivocas, para hacerte saber que ningún horizonte  tendrá el mismo sabor que yo.
Se cuentan en kilómetros lo que mi sangre recorrió por mis débiles brazos. Consiguiendo con ello una incómoda cicatriz.
Las lágrimas no son más que una defensa de nuestro organismo ante una situación que no sale como esperábamos. Puede que no vuelva a sentir lo mismo que aquel Septiembre caluroso.
No hay oportunidad que valga, simplemente, no la hay. Esta vez de nada servirán mis baladas de media noche, que intentaban cambiar la silueta de la luna. Una de las mejores que pudimos captar.
Es demasiado tarde, o quizá, demasiado pronto.

Quien sabe, puede que las teclas de este desgastado ordenador, sean una similitud a las teclas de un gran piano.

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