9.8.15

requiem


Aquí, entre la historia, las desgracias y los milagros que todos alegan haber sucedido, me he dado cuenta de que tú eras el tiempo.
El antes, el después y el para siempre que regirá mi vida hasta el final de la misma.
He intentado ser adulto, renunciar al sueño de conquistar Europa y olvidarme de las conversaciones que jamás llegamos a tener pero, el planeta no puede sobrevivir sin su sol y tu fuiste la única estrella que consiguió iluminar mi mundo.
Aquí he sentido el frío más intenso estando a cuarenta grados, y desde lo más alto me he preguntado si sería porque ya nada conseguía mantenerme con vida, o si necesitaba un abrazo que me quitase el vértigo. Y ambas resultan ser la misma.
Por eso en esta ciudad, destruida, y apartada más de ocho mil metros del mar, me he desecho de casi todo lo que te mantenía vivo. Con la esperanza de que ser conserve de la mejor forma junto a Pompeya, pero no en mi, Nápoles.
Me rompí por dentro de todas las formas que aún no había sentido cuando dejé atrás las ruinas, el mayor pedazo de ti.
Esto es un requiem, escrito desde lo más lejos que me he sentido de mi mismo. Completamente hundido en el pozo que han sido estos trescientos sesenta y cinco días, perdido, sin un rumbo que tomar porque el norte siempre apuntaba a ti.
Quien iba a decirme que la aceptación dolería más que la perdida.
En lo que queda de eternidad, serás el silencio más doloroso de escuchar, la mejor droga que me haga desconectar, la única inspiración para crear una vida en la que no pierda la cabeza.
Menos mal que coincidí contigo.

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